Un hábito mío ha sido siempre, cuando me he hecho cargo de alguna función en una Compañía, o cuando se han incorporado nuevas personas a las organizaciones, bajo la responsabilidad directa o indirecta del que suscribe, explicar la diferencia entre fidelidad y complicidad. Lógicamente primero hay que definir claramente, como responsable funcional, que no se admitirán a ningún nivel dentro del area de responsabilidad, ningún acto de corrupción. Seguidamente, se necesita definir como requisito de conducta que ante el jefe se tiene que ser fiel pero no cómplice.
Ser fiel es ser leal en las relaciones de trabajo, es decir, que en las competencias a los fienes de lograr los objetivos individuales, la puja natural se haga dentro de las normas legales, de la moral y de la ética. Ser fiel es ser incondicional pero sin entrar al terreno de la complicidad. Asimismo es asegurar a cada miembro del equipo de trabajo que tendrá una libertad absoluta en denunciar hacia dentro de la empresa y a cualquier nivel en la misma, y hacia afuera de ella, todo quebrantamiento de la ley en que cualquien miembro del equipo de trabajo haya incurrido, sea un subordinado, un par o un jefe. Este aspecto es realmente importante, por cuanto se está siendo claro, por parte del jefe que no se tolerará actos de corrupción por parte de sus colaboradores, pero también se está diciendo que su propia conducta, la del jefe, va a tener explícitamente, un control de los colaboradores, y el camino expedito, en que pueden hablar con los jefes de sus jefes, si fueran estos últimos, los que hubieran estado incurso en la comisión de delitos. Se está diciendo, por exclusión, que la fidelidad tiene el límite de la complicidad. Ser fiel es adherir a una persona o a una idea pero en la medida que dicha persona o dicha idea no vulnere la Constitución, las leyes, la moral ni la ética.
Asimismo el jefe está definiendo qué actitud él tendrá en relación a sus jefes, si éstos hubieran cometido delitos. Un aspecto a destacar es que el jefe, también está diciendo, que los colaboradores, para el cumplimiento de sus objetivos laborales, podrán tomar decisiones, pero dentro de las que estuvieran encuadradas en la Constitución, en las leyes, en la moral y en la ética.
Ninguna persona física puede escudarse en el concepto de lealtad o fidelidad, para justificar que haya aprobado, u obedecido, en llevar adelante ciertas decisiones que están quebrantando la Constitución, las leyes, la moral o la ética, decisiones que son impulsadas por sus jefes.
Esta conducta, encuadrada en el deber ser, en que el fin NO justifica los medios, es muy relevante para conservar la salud de las instituciones.
En la actividad privada esta conducta ha prendido mucho, y está explicitada claramente en todo manual de conducta que cada organización haya emitido.
En la actividad pública, en ciertos países, hay que recorrer un largo camino para recuperar los valores, porque se ha avanzado en sentido inverso. Se ha confundido y se ha hecho confundir la palabra fidelidad con complicidad. Se ha pretendido justificar bajo el concepto de ideología, una clara sucesión de actos contrarios a la Constitución, a las leyes, a la moral y a la ética, que para los que colaboraron con los mismos, por acción u omisión, han dejado de estar en el area de la fidelidad para entrar en el de la complicidad.
Todo acto de decisión a tomar primeramente tiene que superar el filtro de las normas constitucionales, de las leyes, de las normas morales y de las normas éticas. Si lograron discernir que dichos actos de decisión, no están reñidos con los Valores señalados, entoces sí, esa decisión a tomar puede entrar en el terreno de las ideologías o creencias, en la medida que el acto se mantenga intacto, tal cual fue analizado en el primer filtro de los Valores.
Un Estado es creíble en el largo plazo cuando las normas Constitucionales, legales, la moral y la ética no se vulneran por cuestiones de creencias o ideologías, y cuando se advierte que las personas físicas, cualesquiera fuera sus creencias o ideologías, se erigen en defensores aguerridos de la Constitución, de las leyes, de la moral y de la ética, cuando dichas ideologías o creencias colisionan con los Valores. Cuando dichas personas advierten que las quieren utilizar como instrumentos que atentan y debilitan las instituciones de la República, y reniegan exitosamente en la ejecución de dichas tareas para no entrar en complicidad de los ideólogos de dichos proyectos.
Felizmente, muchos países llevan años de madurez institucional, con un sistemático respeto a los Valores, y una seriedad absoluta en el mantenimiento de la Constitución, de las leyes, de la moral y de la ética. Son los países con un claro desarrollo en lo económico, en lo legal, en lo educativo. Son los países en que aplican las normas que integran su sistema jurídico inexorablemente, sin distinciones de jerarquías, y cumplen a rajatabla los procedimientos y las penas previstas para aquellos que quebrantan dicho sistema normativo. Son países que atienden las creencias y la ideología, pero dentro del ámbito de la Constitución, de las leyes, de la moral y de la ética.
Miguel A. Di Ranni
24.12.2012