Siempre me ha sorprendido, ingratamente, cuando observo que quienes debieran ser los actores, en la escuela primaria, secundaria y universidad, y debieran tener una clara idea de sus respectivos roles, se dejan confundir a través de otros objetivos, que no son los de enseñar y aprender. ¿Para qué están como docentes, esencialmente? Para enseñar. Y ese objetivo, no debe ser perturbado por ningún otro. Y para enseñar, hay que haber aprendido, y hay que seguir aprendiendo. Y hay que buscar cómo capturar el interés de los que vienen a aprender, cómo buscar el maravilloso potencial que agrega el propio estudio del educando, en la multiplicación del aprendizaje, y hay que exigir, de una manera compatible con la dedicación posible y esperable por parte del educando. Pero hay que exigir, sin demagogia alguna. Y hay que evaluar, objetivamente, porque ello es fundamental para dar, desde el docente hacia el educando, mensajes claros en cuanto a la eficiencia con que se desarrolla el estudio. Y en todos los niveles de las instituciones en que se desarrolla la enseñanza, hay que dar mensajes claros, inconfundibles: aquí se viene para crecer intelectualmente. Vamos a dar mucho. Pero también vamos a exigir mucho.
Los alumnos deben tener también, muy claro su rol: hay que estudiar. Hay que cumplir los programas de estudio, aun, si por cualquier razón, el docente no hubiera podido dictar alguno que otro punto del programa. El interés es la medida de la acción. Si estoy interesado en el estudio, busco la forma de cumplir con el conocimiento de todo lo que implica el programa de la asignatura que se está estudiando. Y el estudio, debe ser perseverante, constante, sin interrupciones que no estuvieran verdaderamente justificadas. El estudio debe ser un hábito diario, de una asimilación diaria, como si fuera un alimento. La alimentación es una práctica diaria. No se podría alimentar de una manera eficiente, en una frecuencia que no fuera diaria. De igual modo ocurre con el estudio. No es lo mismo estudiar cinco horas por día, que hacerlo 20 horas cada cuatro días. El estudio implica aspectos de teoría y de práctica. Un tema puede ser estudiado en profundidades diferentes. Desde los estudios primarios hacia los universitarios, se busca y se acrecienta la profundidad tanto de nuevos temas como de temas ya vistos en algún momento de los sucesivos aprendizajes.
De la educación dependen la suerte de los pueblos. Hay inversión de recursos, Por tanto, hay que honrar a quienes aportan dichos recursos, con el mejor aprovechamiento posible del tiempo dedicado a la educación.
La responsabilidad por el aprendizaje va más allá de los testimonios formales de los que lo evalúan. Hay que regirse por el deber ser. Qué es lo que tengo que hacer, como estudiante, para lograr incorporar los conocimientos en una calidad tal que aseguren, en el mañana, un valor agregado inmejorable como conductor, como líder, como responsable del ejercicio de una actividad determinada.
La educación implica conocimiento, pero también conducta, comportamiento, acción para el logro de un objetivo, en el marco de los valores, es decir, la Constitución, las leyes, las normas, la moral, la ética. Y esa educación, con ese sentido amplio, aplicable a todos los educandos, es el mejor control para que un país se desarrolle hacia un crecimiento social, político, económico y espiritual, sin fisuras.
El deber ser, le agrega calidad al libre albedrío.
Serás lo que debas ser, si no, no serás nada.
Miguel A. Di Ranni
22.07.2012