Siempre digo que se necesita tranquilidad espiritual para hacer cosas importantes en cada etapa de la vida. Cuando era niño, y estaba cursando en la escuela primaria, todos los niños sabíamos que la tarea prioritaria era estudiar y ser responsable en relación a las actividades escolares. Nuestros maestros eran exigentes, explicaban los temas que estaban indicados por sus superiores. Las clases estaban complementadas, en general, por preguntas dirigidas a los alumnos, con el objetivo de estimular a los alumnos a que se expresaran, y dieran sus propias opiniones. Era muy habitual que se plantearan "tareas para el hogar" a los fines de contribuir a que se asienten los temas explicados y que se pudieran identificar aquellos temas que aún seguían originando dificultades. Cuando regresábamos de la escuela, nuestros padres solían examinar lo que se había hecho en clase y cuáles eran las tareas que se habían asignado para ser resueltas para el día siguiente.
Nuestros padres respetaban mucho a los docentes, y estos últimos hacían permanentes referencias a los primeros a los fines de hablar de la importancia de la familia, y destacar el rol de los padres y los hijos en el proceso educativo. Siempre existía un tiempo diario que podía ser utilizado para jugar con los demás chicos del barrio. Pero todos los niños tenían claro que los juegos podían extenderse hasta el punto que no afectara el tiempo para preparar los deberes y las lecciones que iban a ser el tema de las clases del día siguiente.
En la escuela secundaria, también, los alumnos, en general, tenían plena convicción de la prioridad del estudio. Luego de llegar de la escuela, se almorzaba en familia, e inmediatamente nos concentrábamos a preparar los aspectos prácticos y teóricos de las diferentes materias que nos ocuparía el tiempo en el día siguiente. La temática vinculada con las matemáticas, castellano y educación democrática, tenían mayor concentración horaria. A todos nos gustaba mucho la resolución de problemas, y la lectura de libros de autores conocidos. La comprensión de los textos, la elaboración de los principales comentarios que se formulaban oralmente, constituían un aspecto importante para el desarrollo de nuestro aprendizaje y educación.
Nuestros padres compartían la responsabilidad de las tareas del hogar. Lo económico era importante, pero sólo en un contexto de cumplimiento de las leyes, de la ética y de la moral. Había un objetivo claro de progresar con el propio esfuerzo, de consumir aquello que era imprescindible para la salud y el confort sin lujos. El ahorro era muy importante, porque se buscaba fundamentalmente adquirir la casa propia
Existía mucha inquietud por el aprovechamiento integral de la enseñanza. El cuadro de honor era un objetivo de muchos alumnos, pero se producía una sana competencia que era una motivación adicional para la búsqueda de lo mejor de cada uno de nosotros. La educación era un objetivo muy fuerte. Tuve el honor de ser el primer universitario en nuestra familia, que completó íntegramente dichos estudios, dos títulos de grado y uno de posgrado (doctorado).
Creo que tenemos que volver a concentrar los objetivos en nosotros mismos, para el logro de lo que anhelamos. Por ello, lo que podemos hacer ha de depender de nosotros mismos. Las convicciones en el propio esfuerzo como acción generadora de resultados, y la educación propia y de nuestros hijos, son los recursos para alcanzar lo que queremos. El Estado nos debe proveer la posibilidad de tener una educación de buena calidad, y en condiciones de igualdad para poder acceder a ella. Debe cuidar los recursos del país, y administrar con responsabilidad y conocimiento para avanzar como país, sin retroceder.
Miguel Angel Di Ranni
08.08.2019
En la escuela secundaria, también, los alumnos, en general, tenían plena convicción de la prioridad del estudio. Luego de llegar de la escuela, se almorzaba en familia, e inmediatamente nos concentrábamos a preparar los aspectos prácticos y teóricos de las diferentes materias que nos ocuparía el tiempo en el día siguiente. La temática vinculada con las matemáticas, castellano y educación democrática, tenían mayor concentración horaria. A todos nos gustaba mucho la resolución de problemas, y la lectura de libros de autores conocidos. La comprensión de los textos, la elaboración de los principales comentarios que se formulaban oralmente, constituían un aspecto importante para el desarrollo de nuestro aprendizaje y educación.
Nuestros padres compartían la responsabilidad de las tareas del hogar. Lo económico era importante, pero sólo en un contexto de cumplimiento de las leyes, de la ética y de la moral. Había un objetivo claro de progresar con el propio esfuerzo, de consumir aquello que era imprescindible para la salud y el confort sin lujos. El ahorro era muy importante, porque se buscaba fundamentalmente adquirir la casa propia
Existía mucha inquietud por el aprovechamiento integral de la enseñanza. El cuadro de honor era un objetivo de muchos alumnos, pero se producía una sana competencia que era una motivación adicional para la búsqueda de lo mejor de cada uno de nosotros. La educación era un objetivo muy fuerte. Tuve el honor de ser el primer universitario en nuestra familia, que completó íntegramente dichos estudios, dos títulos de grado y uno de posgrado (doctorado).
Creo que tenemos que volver a concentrar los objetivos en nosotros mismos, para el logro de lo que anhelamos. Por ello, lo que podemos hacer ha de depender de nosotros mismos. Las convicciones en el propio esfuerzo como acción generadora de resultados, y la educación propia y de nuestros hijos, son los recursos para alcanzar lo que queremos. El Estado nos debe proveer la posibilidad de tener una educación de buena calidad, y en condiciones de igualdad para poder acceder a ella. Debe cuidar los recursos del país, y administrar con responsabilidad y conocimiento para avanzar como país, sin retroceder.
Miguel Angel Di Ranni
08.08.2019