Hablemos
claramente.
Si Argentina llamara a un
médico de países, para que le hiciera un análisis de su salud, seguramente el
profesional, luego de examinarla detenidamente diría: “Lo primero que usted
tiene que hacer es lograr que exista todos los años, un flujo de ingresos
financieros provenientes de la cobranza de todos los impuestos que los
contribuyentes tienen que pagar anualmente, y con dicho ingreso total, que le
alcance para pagar todos los egresos que tiene que encarar, también durante el
año, para poder hacer cumplimentar el pago de los costos de todas las funciones
que están a cargo del Estado argentino, incluidos los intereses que hay que
pagar por la deuda total existente, más las amortizaciones de dicha deuda, cuyo
pago hay que atender en distintos momentos previstos año a año.
El médico, continuaría su
recomendación, diciendo: “Es muy importante que como país, sus ciudadanos,
busquen para los que tengan que administrarlo, personas que primeramente
piensen en el bien del país, en lo que le conviene al país, y no en lo que le conviene a los intereses de
quienes los ciudadanos pusieron para que conduzcan al Estado. Luego, de estar
seguros que los que administren al país, que han sido seleccionados, sean
honestos y digan la verdad, la segunda condición es que dichas personas que
trabajan de políticos, tengan conocimientos profundos sobre cómo administrar el
país. Es decir, tienen que saber hacia dónde llevar al país, desde lo económico
y lo financiero”.
Lo que le está recomendando
el médico al paciente Argentina, es que los políticos, todos los políticos que
pueden tener la opción de ser elegidos, tienen que estar convencidos que la
primera condición a cumplir es que no puede aprobarse la gestión a encarar en
el próximo año, si el presupuesto de la Nación no arroja equilibrio entre los
ingresos y los egresos financieros. Ese cuidado tiene que mantenerse año a año.
Hay que olvidarse que el presupuesto de la Nación arroje déficit operativo e
igualmente se lo apruebe, porque las crisis vienen, cuando existiendo un
déficit fiscal, no nos otorgan financiamiento en razón de las condiciones del
mercado financiero en general, el riesgo del país, y de los antecedentes en
materia de cumplimiento en los vencimientos de pago de la deuda pública, y, a
falta de dicho financiamiento, se cae en
la emisión de dinero de una manera desmesurada, lo cual origina inflación o
incluso, hiperinflación.
Una vez que se logre dicho
equilibrio, año a año habrá que tomar medidas que permitan ir bajando el resto
de los excesos de costos incurridos por el Estado. Tomemos un ejemplo para
evaluar una de las tantas desmesuras que
se hicieron en algún momento, en la República Argentina, bajo la intención de
obtener una ventaja electoral. En el año
2011 se aceptaron 2,5 millones de nuevos jubilados, sin que los mismos hayan
cumplimentado los requisitos para ello. Es decir no se cumplimentaron los años
de aporte que se necesitan (30 años) y sin que muchos de ellos tuvieran la edad para
jubilarse.
Supongamos que cada uno de
dichos jubilados tiene un haber de $ 10.000,-- por mes. Ello implica en dólares
un haber mensual de 230 dólares. El total de dichos nuevos jubilados implica un
costo mensual de 575 millones de dólares, o sea, 6.900 millones de dólares en
el año.
Frente a este desatino,
habrá que ir incorporando nuevas medidas para ir corrigiendo con los años, las
consecuencias dramáticas, desde lo económico y lo financiero, que se han
producido.
Habrá que ir modificando la
edad para jubilarse, y tanto el hombre como la mujer debería tener que
jubilarse a los 70 años. Habrá que ir corrigiendo exceso de conquistas
laborales que afectan la competitividad en el comercio internacional. Habrá que
instaurar de una manera más general el premio por productividad. Para bajar la
presión fiscal es necesario seguir bajando el gasto. Si no se baja el gasto, y
por lo tanto no se disminuye la presión fiscal, se corre el peligro de extender
el daño a los no demasiada cantidad de sectores productivos y eficientes que le
quedan a Argentina.
Partiendo del reconocimiento
que es necesario que no exista déficit fiscal ni primario ni secundario, y si
este paradigma se generalizara en cuanto a su entendimiento y aceptación para
el partido gobernante, y para los que están en la oposición, en ese supuesto,
casi milagroso de lograr, entonces, sería mucho más fácil acordar las medidas a
implementar, haciendo una alianza para el cumplimiento de objetivos para
nuestro país.
El médico al que se ha
consultado, termina refrendando los conceptos brindados al paciente: la base
inicial para saber qué es lo necesario para curarse, es que debemos lograr un
presupuesto financiero como Estado, en equilibrio. En una familia, para pensar
en progresar hacia el futuro, y tener una mejor forma de vida, es necesario tener
claro que no se puede gastar más que lo que permiten los ingresos financieros
de los que se dispone.
Para que Argentina mejore
tiene que lograr ingresos mayores desde lo fiscal que permitan sanear la deuda,
hacer más inversiones de capital que mejoren la eficiencia global. Pero dicho
incremento de impuestos, tiene que lograrse por el mayor aumento del volumen de
producción de la actividad privada, que permita una recaudación de impuestos
por mayor actividad y no por incremento de la presión fiscal.
Los ciudadanos hemos hecho
un esfuerzo muy grande en este último año para acercarnos a la mitad del camino
a recorrer para solucionar el problema con el cual convivimos los últimos 70
años. Se ha avanzado mucho en diversos temas que nos emparenta con los países
del primer mundo. Si nos animamos a continuar avanzando habrá tenido sentido el
sacrificio que ya hemos hecho. El futuro está a la misma distancia que el
pasado. Lo que nos aguarda volviendo al pasado, ya lo vivimos. Lo que nos
aguarda con el futuro parece ser mejor porque allí no tiene cabida, ni la
corrupción, ni la mala praxis.
Miguel Angel Di Ranni
01.04.2019