¿Se duda de Argentina o de que no
se pueda continuar con el proceso de normalización iniciado en 2016?
Por lo que hemos podido concluir, en función de nuestra actividad, la
crisis de confianza lejos está de ser la consecuencia de lo que hace el
Gobierno actual, sino que reside, indudablemente, en la evaluación que hacen
los observadores de si existirá continuidad o no del proceso de normalización
que se ha iniciado desde comienzos de 2016, en razón de las elecciones
presidenciales que han de acontecer en octubre de 2019. Surge de la consideración de hechos concretos
experimentados en años anteriores, de lo hecho por el gobierno que precedió al
actual, por cualquiera de las vertientes del peronismo, o de los que presumen
ser autónomos pero que en algún momento estuvieron participando en la toma de
decisiones, en el peronismo, y no dijeron nada, ni tampoco se opusieron con
convicción, a los actos de corrupción o de mala praxis funcional.
Los inversores realmente perciben alarmados, que no hay
comprensión sobre lo que le conviene a Argentina, por parte de los que
podrían tener chances de suceder a este gobierno. Y piensan eso, dado que la
oposición en general, dio pasos concretos para desandar el camino en materia de
las tarifas de energía, han propuesto, en lugar de reducciones concretas de
costos, mayores incrementos de la presión fiscal (gravabilidad de las
inversiones financieras que originaron la corrida cambiaria; interrupción de la
disminución de retenciones sobre exportaciones de granos), oposición al
recupero retroactivo de los bienes y fondos originados en la corrupción, etc.
También es notoria la oposición sistemática en el Parlamento, a todo proyecto
generado en el oficialismo, intentando devaluarlo para demorar el cumplimiento
de los objetivos de quien gobierna.
Técnicamente, lo que no ha existido en los últimos 70 años es una
vocación auténtica de eliminar el déficit fiscal. Este Gobierno, lo está
haciendo, y con tal convicción que no ha interrumpido dicho objetivo, durante
el proceso actual electoral.
A partir del momento en que se logre dicho objetivo, reducción del
déficit fiscal primario y secundario, el impacto de las crisis
recurrentes en el futuro, no haría tambalear a Argentina, porque si no
existiera la disponibilidad de financiamiento en el mercado de deudas, ello no
afectaría a Argentina, porque no tendría que tomar deuda, por no existir
déficit operativo, ni emitir dinero, como lo ha hecho reiteradamente, a falta
de la existencia de dicho financiamiento.
¿Qué es lo que va a hacer el próximo gobierno, si no fuera el actual?
¿Va a desinteresarse como en los últimos 70 años en mantener dicho equilibrio
presupuestario?
¿Se va a preocupar en seguir bajando los costos excesivos que aún
persisten en el Estado?. ¿Se va a permitir el ingreso de nuevos jubilados que
no cumplan con las condiciones de años de trabajo con aportes efectuados? ¿Va a
volverse a abrir el reclutamiento de empleados públicos, aunque no se
necesitaran, solamente por razones políticas? ¿No se hará nada con las
contrataciones desmesuradas de asesores por cada legislador de la Cámara de
Diputados y de Senadores? ¿Seguirá aumentando la cantidad de planes sociales en
una proporción inédita comparado con otros países? ¿Continuará incrementándose
las jubilaciones por invalidez, en cantidades inusuales frente a los países más
avanzados? ¿Van a volver a declarar solemnemente el default de la deuda,
proponer una reducción confiscatoria de la misma, y aplaudir dicha decisión, en
lugar, como deudor de avergonzarse con la mirada hacia abajo, frente a los
acreedores?
¿Se empezará a reducir la presión fiscal sobre la actividad privada para
liberar recursos que permita incrementar la producción con destino a la
exportación, y con ello mayores puestos de trabajo? ¿Se hará una apertura hacia
el exterior que permita una competencia de los productores locales frente a una
importación racional con derechos de importación en un nivel que impida la
ineficiencia interna, y los abusos en materia de precios, pero sin dañar a la
industria local frente a situaciones de dumping?
Creo que coincidiremos, que no se justificaría que ninguna fuerza
política que aspira a gobernar en el futuro, no tomara como un objetivo
compartido por todos, sobre la adhesión a la no corrupción, y a no interferir
en el futuro sobre la actividad de la justicia independiente, en el tratamiento
de los delitos que se están investigando.
En el mismo sentido, un objetivo que es la regla número 1 en
cualquier empresa privada, de administrar según las reglas de buena praxis, de
tener un presupuesto financiero, año a año, equilibrado, es decir, sin ningún
déficit, también es aplicable al Estado, y por lo tanto tomar el compromiso que
a partir de ahí, habrá un presupuesto saneado, pero que deberá seguir
depurándose de costos innecesarios, para permitir la reducción de la presión
fiscal, para que la actividad privada pueda liberar la fuerza que se necesita
para mejorar la producción, crear puestos de trabajo, mejorar la productividad
de la fuerza laboral, y sustituir la importación de bienes de bienes de alto
valor agregado.
Las dudas sobre Argentina, provienen a nuestro juicio, porque los
inversores han visto que ahora se está intentando hacer lo obvio que es tener
un presupuesto equilibrado, y a partir de ahí, continuar con actividades que
procuren una mejora continua en el crecimiento, tanto del Estado como de los
ingresos de sus habitantes. Se ha visto el crecimiento institucional, en la
seguridad, en la independencia de los poderes, en materia de educación,
de la salud pública, y de las inversiones en rutas, puentes, transporte y
medios de comunicación. La gran duda que frena la radicación de
inversiones es que lo que se observa en el presente, a través de lo que se está
haciendo, no parece ser compartido por las demás fuerzas políticas, como hechos
concretos, en el pasado, y como responsabilidad en la oposición ahora.
La duda es si esta luz que se visualiza hacia adelante, es un tren
que viene en sentido contrario o la luz de un amanecer inédito en los últimos
70 años. Eso lo tendrá que decidir el pueblo. Para ello es muy útil el
esclarecimiento que los medios pueden hacer, para ayudar a tomar esa decisión,
preguntando e indagando a los entrevistados, en los hechos que concretamente han mostrado en alguna actividad política anterior, y si la respuesta es dada desde la especulación por
conveniencia, o desde la convicción que es esperable que luego se traduzca en
acciones concretas. que tanto reclama la ciudadanía.
Todos los candidatos que han de presentarse muestran hechos concretos verificables, y
omisiones fehacientes inequívocas, que la buena fe no ha de permitir ocultar.
El contexto actual es diferente. Se buscan candidatos que muestren
predisposición absoluta a respetar el marco institucional (la Constitución, la
ley, la ética y la moral), y que en las
tareas de administración del Estado sepan continuar con un Estado que tenga un
equilibrio permanente en sus cuentas, con una estructura impositiva que muestre
una presión fiscal que no impida el crecimiento de la actividad privada para
privilegiar el crecimiento del volumen de producción, los puestos de trabajo, y
la eficiencia de la actividad laboral. El costo del funcionamiento del Estado
debe ser óptimo, tal que no se produzcan nunca más déficit fiscal primario ni
secundario, a fin de no volver a ser impactado con las crisis recurrentes.
Nuestros hijos, nietos, y argentinos por nacer, son una razón suficiente
para no equivocarse otra vez. Es hora de recuperar el tiempo perdido durante más de 70 años.
Miguel Angel Di Ranni
06.04.2019