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ALGO PARA PENSAR......



REFLEXIONES QUE DESEO COMPARTIR
Luego de haber estudiado, y leído bastante, y de haber pasado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, hasta obtener el Doctorado, y participado activamente en la docencia universitaria y profesionalmente  a tiempo completo,  en la administración de empresas medianas y grandes, durante 42 años,  he llegado a la conclusión que las crisis recurrentes que han impactado a la Argentina, en los últimos 80 años, la podemos atribuir a tres razones muy importantes e interconectadas entre sí: la inconducta a nivel internacional de nuestro país hacia quienes se relacionan con el mismo en calidad de acreedores financieros, la inestabilidad jurídica y normativa que caracteriza a nuestro país,  y los criterios que ponemos en evidencia para administrar los recursos del Estado argentino que se exteriorizan anualmente cuando se explicitan las cifras del presupuesto nacional.

Cuando nos referimos a la inconducta a nivel internacional queremos indicar la actitud reiterada hacia nuestros acreedores del exterior, con los cuales en varias oportunidades, en los últimos 80 años,  no hemos honrado la deuda que como Nación hemos tomado oportunamente. No solamente hemos caído en incumplimientos de atender el pago de la deuda, sino también que hemos exteriorizado formalmente una actitud de  satisfacción por tal hecho, y hemos procurado obtener una quita efectiva de parte de la deuda, en porcentajes inéditos y agraviantes al derecho de propiedad. No hemos entendido que como Nación hemos tomado deuda para cumplimentar objetivos que servían a los intereses de Argentina. De igual manera, como Nación, cabe hacer, auténticamente,  todos los esfuerzos de devolver los fondos requeridos a los acreedores. 

Cuando nos referimos a inestabilidad jurídica y normativa, también se ha dado en Argentina una hiperactividad consistente en la sanción de leyes, cambios de normas impositivas, y sus reglamentos, lo cual en los hechos ha contrariado las bases que habían sido tenidas en cuenta por las empresas y organizaciones cuando definieron invertir capitales desde el exterior, a los fines de participar en la actividad industrial y comercial, en nuestro país.

En lo que hace al tercer aspecto, esto es, los criterios que traducen los responsables de administrar el Estado argentino, cuando preparan y discuten el contenido de los ingresos y egresos de fondos que integran dicho documento, exhiben una irresponsabilidad muy evidente hacia los terceros, a quienes hemos solicitado préstamos o podemos convocarlos nuevamente, no sólo de resultas de la construcción de obras públicas, sino, especialmente, por déficits fiscales operativos, originados en excesivos gastos incurridos por el Estado argentino, para el funcionamiento del mismo, como excedentes en la dotación de empleados públicos, excesos de subsidios sociales otorgados de una manera indiscriminada, un sistema jubilatorio descompensado (relación entre cantidad de agentes activos, en relación a los pasivos); otorgamientos de beneficios jubilatorios, sin haberse respetado los años de aporte, ni la edad mínima para poder disponer de los mismos; subsidios para cubrir los pagos por consumo de energía y transporte, y para compensar a personas discapacitadas, en proporciones inéditas respecto de los estándares internacionales.

Sobre este tercer aspecto, una gran mayoría de políticos, como también de periodistas de opinión, intelectuales, docentes universitarios, y ciudadanos en general hacen mucho énfasis en el rol del Estado como factor de ayuda y protección de los ciudadanos en general, pero sin poner, también, el mismo énfasis,  en cuanto a la necesidad de cuidar detalladamente los ingresos financieros que se han originado en la recaudación tributaria, y la naturaleza, y montos de los distintos componentes de egresos financieros que se incluyen en el presupuesto financiero anual. Dicho cuidado se hace necesario, naturalmente, para que haya un equilibrio entre los mencionados ingresos y egresos totales, a los fines que no se origine nunca, un déficit fiscal operativo que requiera un monto de endeudamiento adicional significativo.

Lamentablemente, los últimos 80 años, se han caracterizado más por presupuestos anuales que se presentan con un déficit fiscal final operativo significativo, que las pocas excepciones de un presupuesto anual con tendencia al equilibrio. Las crisis recurrentes se originan, en general, cuando hay una coincidencia entre una crisis financiera global, y la imposibilidad de obtener un financiamiento para cubrir el déficit fiscal operativo, lo cual origina la emisión de moneda local, inflación derivada, y muchas veces crisis cambiarias.

La mayoría de los políticos, especialmente los que llegan a hacerse cargo de la administración de un Estado, y nunca han administrado una empresa privada, no muestran una disciplina férrea en observar que el presupuesto nacional nunca debería mostrar un déficit fiscal operativo. Es posible que dicha falta de atención sea porque conocen que muchos de los costos que se incluyen en el presupuesto nacional han sido la consecuencia de actos demagógicos motivados para lograr  una adecuada  performance en los actos eleccionarios.

El programa político que debe proponer cada partido que asume el rol de gobierno debería basarse a partir del entendimiento que primeramente es necesario lograr que no haya déficit fiscal operativo en el presupuesto nacional. A partir de dicha observancia, se puede empezar a analizar qué otros egresos financieros que existen en la estructura del Estado son posible reducirlos. Una vez que se vayan logrando esas reducciones es menester plantear una disminución de la presión fiscal que grava a las entidades privadas, para que existan en cada una de ellas, generaciones de fondos libres para ser reinvertidas en procura de un mayor volumen de producción, mayores posibilidades de exportaciones que mejoren, además, la balanza comercial, mayores puestos de trabajo, con mejor calidad de mano de obra, por mayor tecnología y capacitación.

Conclusión: es necesario que  se afiance un nuevo paradigma que consiste en que no puede existir un presupuesto nacional del Estado que tenga déficit fiscal primario y secundario, como condición normal permanente año a año. A partir de dicho cumplimiento inexorable es necesario introducir las mejoras que permitan el mantenimiento de una inflación muy reducida, un superávit de la balanza comercial, una presión fiscal razonable que no agobie a la actividad privada, crecimiento a través de mayores volúmenes de producción, mayores puestos de trabajo,  mayor eficiencia, costos de mano de obra que permita una adecuada competitividad a nivel internacional, mayor igualdad a través de una educación pública generalizada.

Miguel Angel Di Ranni
15.04.2019

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