Los que administran los Estados deberían saber hacerlo.
Es importante que se piense
sobre las razones por las cuales es imprescindible que el presupuesto nacional arroje un
superávit primario que sea equivalente al monto que se necesita para abonar el
total de los intereses que vencen en el año al cual se refiere el presupuesto,
consecuencia del total del endeudamiento financiero a largo plazo que estuviera
vigente.
Desde el punto de vista
financiero, no obstante la persistencia en Argentina de la existencia de un
déficit primario de varios puntos del PBI, es de desear que se entienda de una
vez y para siempre, que es improcedente
que se mantenga un déficit fiscal primario, por cuanto ello implicaría que las
generaciones actuales están pidiéndole a las futuras que se hagan cargo del
pago de dicho déficit, lo que está significando que las generaciones del
presente no están trabajando como corresponde en cuanto al equilibro de los
ingresos y egresos de fondos que componen las partidas del presupuesto, o que
están votando subsidios para beneficio de las actuales generaciones, que han de
ser pagados por otras generaciones en el futuro, que no se beneficiaron de los
mencionados subsidios.
En la actividad privada no
se hubiera aceptado nunca la persistencia del mantenimiento de un déficit primario crónico, como el que
se ha verificado en las cuentas del Estado, por cuanto se hubiera calificado
como actividad inviable, dado que operativamente, para que funcionara el ente,
los ingresos de fondos se muestran insuficientes para atender los egresos de
fondos. Lo operativo, es esencial que se auto sostenga, es decir, que los
egresos de fondos tienen que representar el sacrificio necesario para generar
los ingresos de fondos. Esos egresos de fondos, se incurren, porque se
entienden que son necesarios para generar los ingresos de fondos. Si no se
hicieran esos egresos de fondos no podrían lograrse los ingresos de fondos que
fueron la consecuencia de haber incurrido en egresos de fondos indispensables
para que pudieran lograrse los ingresos de fondos.
En la actividad pública el principal
problema es que los que tienen a su cargo la administración del Estado no son
profesionales en la administración correcta de los ingresos y de los egresos de
fondos. Los egresos de fondos que deben ser incurridos por el Estado, deben ser
la consecuencia de la necesidad que puedan atenderse las funciones que tiene a
su cargo el Estado.
Por ello, es importante que se pondere, que
los ingresos de fondos, para el Estado, deriva de los impuestos que se crean,
para atender los egresos de fondos que fueran imprescindibles para atender las
funciones del Estado. Por tanto, sería incorrecto aumentar la carga tributaria,
de los contribuyentes que abonan los impuestos, si ello se decide porque se
estuvieran incurriendo en egresos de fondos que son innecesarios para llevar
adelante las funciones que debe, austeramente, prestar el Estado.
Tampoco se justificaría, que
hubiera exceso de gastos para atender subsidios reconocidos a favor de personas
que argumentan no poder encontrar trabajo. Únicamente se admitiría si es por períodos
transitorios o breves. El mercado de trabajo se desarrolla mediante las
inversiones en nuevos proyectos, o incurrir en mayores volúmenes de producción, que los niveles actuales. Para
ello, la actividad privada tiene que hacerse cargo de una presión fiscal
razonable, para que la autogeneración de fondos esté motivada para aumentar los
niveles de producción, o incursionar en nuevos negocios, o integrar
verticalmente la actividad industrial que se estuviera llevando a cabo. De esta
manera, se generan mayores puestos de trabajo.
Hemos dicho que no es
función del Estado pagar subsidios a las personas que no encuentran trabajo. La
igualdad de derechos se debe medir a través de la igualdad de oportunidades. El
Estado se hace cargo durante veinte años de la vida de cada ciudadano, para
asegurarle que pueda tener una educación gratuita pre primaria, primaria,
secundaria y universitaria.
Los ciudadanos deben
esmerarse en ese lapso para sacar el mejor provecho posible en dicho proceso
educativo, a través de un adecuado aprendizaje, y un comportamiento acorde con
valores alineados con el deber ser. Los padres y los maestros y profesores, son
los guías de ese proceso educativo, pero el responsable máximo es cada
educando, que debe manejarse con tenacidad, profundidad e inteligencia para
erigirse en el artífice de su propio destino.
No corresponde aumentar la
presión fiscal de los contribuyentes para subsidiar al que no encuentra
trabajo, porque ello no es equitativo para quien debe pagar más tributos, y porque
ello, además, interrumpe el proceso de mayores inversiones, que originan
mayores empleos. El proceso educativo permite a cada educando que sea el
artífice de su propio destino.
Si el educando estudió
adecuadamente, profundizó, reflexionó, seguramente encontrará una oportunidad
laboral, en la medida que no se detengan los procesos de reinversión al
mantenerse una presión fiscal razonable.
Los padres y docentes, deben
ser los guías de los educandos, pero deben estimularlos para que la lectura sea
un hábito permanente, incluso, más allá de los momentos de la educación formal.
El proceso educativo gratuito, la aplicación responsable del educando, y la
lectura permanente, son los pilares para lograr por sí mismo el cumplimiento de
los objetivos como persona, sin pedir al Estado lo que no corresponde que le
dé.
Decenas y decenas de años,
Argentina mostró un presupuesto del Estado con un déficit primario de una
magnitud que no se justificaba, símbolo de una irresponsabilidad que solamente
se explicaba por el desconocimiento
técnico en la administración de los recursos financieros de parte de quienes
estaban a cargo de la administración del Estado.
Déficits a financiar muy
significativos, de corto plazo, llevaban el riesgo país a un nivel inaceptable.
Las crisis financieras internacionales, recurrentes, pusieron en más de una
oportunidad, en una difícil situación que en algunos casos impidieron la
obtención del financiamiento necesario, la necesidad de recurrir a la emisión
monetaria, y la consecuente inflación a
niveles inéditos.
Miguel Angel Di Ranni
Doctor en Ciencias
Económicas (UBA)
28.01.2021