Qué necesitamos para que argentina mejore
sostenidamente.
Debemos convencernos que
todo ser humano tiene características intrínsecas que le permiten lograr sus
objetivos actuando de determinada manera en un contexto dado. El contexto,
tratándose de un Estado en el cual habitamos,
debe ser el de cumplimiento de dichos objetivos respetando las normas
legales, éticas y morales. El ciudadano necesita del Estado, porque este último
le ha de proveer de la seguridad externa e
interna, de la educación primaria y secundaria, de la asistencia médica
y sanitaria, de la ejecución de inversión pública que provea caminos, rutas,
puentes, puertos, aeropuertos. Dichos servicios que ha de prestar el Estado
requieren una contraprestación bajo la forma de impuestos. Todos los ciudadanos
debemos pagarlos puntualmente, en las fechas requeridas, y en los montos que se
determinen en función de la capacidad contributiva de cada habitante.
El ciudadano debe saber que
él es el dueño de su propio destino. Él debe realizar el esfuerzo necesario
para progresar en la vida. Para cumplir con la instrucción primaria y
secundaria, y si se lo propone, para cursar los estudios universitarios que se
haya puesto como objetivo.
El ciudadano no debe
solicitar al Estado que le ayude, ni debe aceptar ser ayudado, sino muy
excepcionalmente, y por lapsos muy breves. El ciudadano sabe que tiene la
obligación de cursar los estudios primarios y secundarios, y cuanto mejor lo
haga, ello le permitirá manejarse con mayor habilidad para lograr los objetivos
individuales que se proponga.
Un punto que es importante:
la reciprocidad de colaboración entre el ciudadano y el Estado es
indispensable. Pero ni el Estado puede pedirle al ciudadano un esfuerzo
desmedido a través del pago de los impuestos que se hayan establecido, ni
tampoco el individuo puede solicitarle al Estado que se haga cargo
económicamente del esfuerzo individual que debe hacer el ciudadano por sí sólo
y para él y para su familia,
Este acuerdo entre el Estado
y el ciudadano, debe ser reevaluado, porque en los últimos años hay una
creencia que el Estado tiene la obligación de tomar responsabilidades propias
del ciudadano, e incorporarlas como una obligación para el Estado con carácter
permanente. Por eso que es importante también poner sobre la mesa un concepto
que es crucial para reflexionar en esa relación equilibrada entre el Estado y
el ciudadano.
El Estado no le tiene que
pedir ninguna colaboración financiera a los ciudadanos, sino la que resulte del
pago de los impuestos, para que, con su percepción, el Estado pueda atender las
erogaciones que tiene que afrontar para su propio funcionamiento y para
asegurar a sus ciudadanos, la salud, la seguridad, la educación, la defensa
frente a otros países, las facilidades terrestres, marítimas y aéreas para el
traslado, el servicio de justicia, de establecer las normas que rigen las
relaciones entre las personas y con el mismo Estado, y de administración del
mismo. El Estado debe administrarse correctamente, de tal modo que dichos
costos de funcionamiento puedan ser atendidos con la cobranza de los impuestos, y al concluir cada año, los
ingresos percibidos por el Estado menos los egresos incurridos para atender sus
funciones, deben mantener un equilibrio fiscal
es decir, no debe arrojar ningún déficit. Inexorablemente, todos los
años debería arrojar superávit.
Por tanto de lo comentado
hasta aquí hay dos conclusiones que quisiera compartir con los amables
lectores:
- El
Estado debe exigir a los contribuyentes impuestos en una medida tal que se
pueda contar con el dinero que el Estado necesita para atender sus
funciones.
- El
Estado debe definir sus gastos de tal manera que nunca debe exceder los
fondos que dispone para ello a través de la recaudación de impuestos.
Ahora bien, me interesa
agregar algunos razonamientos que nos puede ser útil para entender la relación
entre los ciudadanos y el Estado.
Los ciudadanos crean al
Estado, para que este último realice determinadas funciones que le sirvan a la
comunidad, pero la clave para el crecimiento de los países, es lo que cada
ciudadano produce con su actividad. Por ello que es importante que el esfuerzo
que tiene que hacer el ciudadano para pagar sus impuestos, sea una obligación
razonable, pero que pueda financiarse la actividad que tiene que hacer el Estado,
pero cuidando que al ciudadano le queden excedentes producidos por su
actividad, para seguir creciendo a lo largo de los años. La verdadera riqueza
para una nación es la que producen los ciudadanos.
El Estado debe ser
responsable de cómo se administra, cuidando muy especialmente de no incurrir en
más erogaciones que las que le permiten los impuestos recaudados en el año.
Si el Estado se excede en
los gastos incurridos, ello debe ser visto como un error, y la consecuencia es
que se manifiesta un déficit, y por lo tanto, el Estado deberá buscar
financiamiento para atender ese exceso de gasto que ha sobrepasado al monto de
los impuestos disponibles para el Estado. Si en el momento en que tuviera que
buscar financiamiento, no existiera ningún monto disponible en el mercado
financiero, el Estado, seguramente, va a incurrir en el segundo error, que es
emitir dinero para permitir pagar el mencionado déficit. Al emitir dinero, ello
genera inflación. Vemos aquí que una inconducta del Estado, que se ha excedido
en los gastos que los ciudadanos estaban dispuestos a pagar, dicho
comportamiento incorrecto del Estado, le genera a todos los ciudadanos un
proceso inflacionario que perturba la vida y el funcionamiento en las
actividades.
Aquí podemos agregar cinco
conclusiones más que han de hacer reflexionar al lector:
- Los
que administran el Estado deben ser responsables de no excederse en los
gastos para el funcionamiento del Estado, para no originar crisis
recurrentes que van a incidir negativamente en la tarea principal para el
crecimiento de un país que es la actividad laboral individual de cada
uno de los ciudadanos de dicho
país.
- Los
ciudadanos deberían castigar en el acto eleccionario para elegir
representantes del Estado, a aquellos que no son responsables en limitar
los gastos para el funcionamiento del Estado, a los fondos disponibles de
los impuestos sancionados para cubrir dichas erogaciones. No debería ser
aprobado la sanción de un presupuesto del Estado anual, que no tuviera la
seguridad de no originar déficit
final.
- En
nuestro país hay un error conceptual de origen, y es presumir que los
ciudadanos están al servicio del Estado, cuando en la realidad el Estado
debe respetar a los ciudadanos, no generando por actos de corrupción o de
mala praxis, un déficit fiscal cuya consecuencia va a ser perjudicar la
vida privada de los ciudadanos.
- Para
que no haya crisis recurrentes, como las que han existido en los últimos
70 años, todo presupuesto aprobado a nivel nacional debería estar en
equilibrio, o mejor aún, con superávit, en todos y cada uno de los años de
aquí en más.
- Los
impuestos a cargo de los ciudadanos deben ser razonables para que no
perturben la actividad privada laboral
de cada uno de ellos.
Miguel Angel Di Ranni
21,03.2019