Hay que abrirse al diálogo y discutir todos los temas. Hay que pensar en el país, y encontrar
soluciones inteligentes para que el país vuelva a estar en los primeros
lugares.
Hay un artículo periodístico muy
interesante, publicado por el diario Clarín el día 30 de julio 2016, denominado Empresarios, sindicatos y Gobierno, a punto
de comenzar un duro debate. El mismo fue escrito por el periodista Marcelo
Canton.
Se trata sobre la productividad o
competitividad laboral. Algunos dicen que la consideración de estos aspectos es una forma inevitable para poder crecer;
otros lo ven, muy sesgadamente a nuestro juicio, como una vía premeditada para
pegar y condicionar a los salarios. El periodista señala que para
el Gobierno es una de las reformas “de
segunda generación” que debe ser analizada y discutida inexorablemente.
Creemos que luego de tantos años
de luchas sectoriales, es seguro, y por lo menos queda muy en evidencia por las
distorsiones observables a partir de la segunda mitad del siglo 20, que hay que reexaminar los temas esenciales
para poder ser competitivo e incrementar
las exportaciones que contengan un mejor valor agregado. Claro está que las
discusiones tienen que ser muy profesionales, es decir, ir en búsqueda de la
verdad, y no adoptar lo que tantas veces se observa en los pseudo debates
televisivos que no se escuchan entre las partes, y que se superponen, en voz alta, las discusiones, para que pase el tiempo
disponible en el programa televisivo, y
no se logre algún grado de consenso que permita ir avanzando en la solución de
los problemas.
Se menciona en el artículo que entre los empresarios se comenta un
estudio de ABECEB.com, que es la consultora de Dante Sica, referido al costo
del salario por hora en distintos lugares del mundo. El ranking es el
siguiente:
Argentina 11
dólares la hora
Brasil 6,50
dólares la hora.
Japón, EEUU y Alemania 23,00
a 46 dólares
la hora.
Los industriales observan otras
estadísticas, mucho más representativas según nuestra opinión, para entender el tema, y abrir el juego para
tratar de aunar coincidencias: el costo
laboral por unidad producida.
Brasil 1,98
Argentina 1,87
Gran Bretaña 0,75
Corea 0,63
EEUU 0,41
Taiwán 0,27
China 0,17
El autor del artículo comenta una
apreciación de Daniel Funes de Rioja,
titular de la COPAL, la Cámara de los fabricantes de alimentos y representante
del empresariado ante la OIT, que aquí cuesta hasta tres veces más producir
cada unidad de cualquier producto o servicio.
El Ministro de Trabajo Jorge Triaca señaló que
“en El Consejo del Salario armamos una comisión para discutir la
competitividad”. “La Argentina ha perdido mucha capacidad productiva y la
inversión se va a otro lado”. Se
refiere también, en dicho artículo, que el Presidente de la Nación, Ing.
Mauricio Macri, ha comentado que no es algo
que se pueda corregir de un día para el otro, pero tenemos que ir
mejorando, porque se pierden mercados, se pierde la posibilidad de desarrollar
productos”.
En el artículo se señala
claramente que cuando se habla de
productividad se hablan de muchos temas: el ausentismo ronda el 10 por ciento
en la mayor parte de las industrias, con picos
del 18% en algunos sectores. Otro
tema crítico es el de los accidentes de trabajo y la judicialización que traen
implícita. Aquí, en este aspecto, hay que fijarse en qué medida estamos lejos
de poder encontrar soluciones si no comprendemos que la alícuota de las aseguradoras de los
riesgos de trabajo es del orden de los 1,5% de la masa salarial. En la
Argentina era del 3% pero ya subió al 10%. Hay sectores que han llegado al 20%
dicen los privados.
Carlos Schmid, titular del gremio
de Dragado, y quien integrará el triunvirato que a partir del 22 de agosto
dirigiría la CGT unificada, señala que
es difícil hablar de productividad en medio de una estanflación (estancamiento
económico e inflación). Primero hay que salir de este cuadro de situación y
luego podemos hablar. Insiste que no
puede ser que la discusión acerca de la competitividad termine girando
alrededor del costo laboral. El
gremialista señala que viene del sector de transporte y se puede asegurar que se pierde
competitividad por los siguientes aspectos:
estructura logística deficiente, por el mal aprovechamiento de los
recursos, por la manera que la marina fluvial local fue perdiendo significatividad,
por la presión tributaria, por la
burocracia aduanera, por los problemas de los organismos de control que
encarecen los fletes. Insiste que no es por razones de la cuestión salarial. El
ex ministro de Trabajo Carlos Tomada no cree que la búsqueda de estos factores deba pasar por una afectación de derechos, ni por un
retroceso del salario.
En el Gobierno, a través de Jorge
Triaca, insisten que sólo la mejora de
la competitividad permitirá crecer con salarios dignos.
Por sobre todo lo comentado, el
punto más importante es que hay que cambiar la manera de abordar el tratamiento
de un problema por todas las personas que representan a los involucrados en el
mismo. Se trata de un gradual pero inexorable cambio de paradigmas. Se trata de
ponerse de acuerdo sobre cuál debería ser el “deber ser”. Luego es importante
saber dónde estamos en la actualidad, y también identificar dónde deberíamos
estar, para conocer la brecha de la
mejora a instaurar.
1. El
trabajador debe ser acreedor a una remuneración satisfactoria.
2. El
trabajador debe participar activamente para
que, mediante su trabajo, la organización en la cual está participando
pueda mejorar la producción y la eficiencia en la ejecución del trabajo.
3. El
empleador debe proveer capacitación a los trabajadores, para que tomen
conocimiento de la importancia que tiene la ejecución del trabajo en el proceso
productivo o comercial, considerando la productividad y la calidad en el
desarrollo de la actividad.
4. El
Estado debe contribuir simplificando las regulaciones sobre las relaciones
laborales y sobre las actividades que relacionen al Estado con las
organizaciones.
5. Toda
organización, de cualquier tipo que sea, privada o pública, empieza a funcionar
mediante la asignación de recursos que le permitirán cumplir sus objetivos. El
manejo de dicha organización debe hacerse la idea que la organización
mencionada ha de tener una vida que se
ha de extender en el largo plazo. Por lo cual, la administración de los
recursos que hagan quienes administran la organización tiene que hacerse de tal
manera que asegure la permanencia de la organización durante muchísimos años.
Para ello, los recursos deben cuidarse, porque mediante ellos, cuidadosamente
utilizados, debe asegurarse el funcionamiento cotidiano de la organización, de
tal modo, que dicho funcionamiento ha de consumir una parte de los recursos
disponibles, pero también, habrá que
invertir el resto para que dicha inversión permita a la organización seguir
funcionando año a año hasta el momento en que se cumpla el lapso por el cuan
fue constituida.
6. Para
que se pueda llevar adelante lo indicado en el punto anterior es también esencial,
que, además de un uso racional del capital, los recursos humanos que
intervienen en la organización tienen que ser eficientes, es decir, que la
compensación que obtuvieran por brindar el trabajo dentro de la organización,
tiene que ser adecuada, pero también debe ser adecuada la productividad que la
organización obtiene de resultas del trabajo que lleve adelante los recursos
humanos que participen laboralmente en la organización. La productividad se
traduce en un adecuado nivel de producción mediante la participación de dichos
recursos humanos; también mediante una adecuada calidad de lo que sea objeto de
dicha producción; que el presentismo se
mantenga en los niveles comparativos a los países del primer mundo; que los recursos
humanos tengan una adecuada capacitación para ir manteniendo los más altos
estándares de calidad de lo que sea objeto de producción.
Ha llegado el momento que tanto las organizaciones, como el
Estado, la representación gremial y los propios agentes que desempeñan las
actividades laborales tienen que producir un cambio en la actitud que adopta en torno de esta
problemática: el salario, los impuestos y las leyes laborales tiene que adoptar un
equilibrio con el costo competitivo y la calidad que debe tener un producto para que pueda
continuar la producción en la medida que
asegure su venta, su cobranza, y la deseabilidad de seguir consumiendo dicho
bien.
Todos estos factores tienen que funcionar sistemáticamente. La
organización debe estar interesada en que el salario y las condiciones
laborales sean adecuados, el Estado debe procurar que haya impuestos pero que
ello no origine dificultades a la competitividad, el trabajador debe esmerarse
con convicción en asegurar la continuidad de la empresa, por lo cual, debe
atender a que haya una producción que no
se interrumpa, que sea de calidad y que se asegure la permanencia de la misma
en el largo plazo. Las organizaciones que deben admirarse son las que puedan
continuar mantenerse en el largo plazo. Miremos lo que sea bueno para el país, y luego lo que sea bueno para nosotros, en la medida que no interfiera en el avance del país, para bien de nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos.
Miguel Angel Di Ranni
09.08.2016