Todos
deben hacer un esfuerzo consciente para que de una reunión pública, en la que
se supone que se van a debatir ideas, generales o específicas, surjan nuevos paradigmas que los que
individualmente se poseían antes de sostener la misma.
Hoy
es observable que en el periodismo televisivo, o radial, surge un tema determinado, planteado por el
conductor del mismo, en el que se perciben los siguientes hechos:
i.
El
conductor no demuestra interés en que de resultas de dicha reunión se produzcan
cambios de actitudes de los participantes en el programa televisivo, fruto de
revisar los paradigmas individuales que caracterizaban a cada uno de los
concurrentes. Dicha afirmación se concluye dado que el conductor no ordena el
debate de una manera que no se superpongan las intervenciones de los invitados,
lo cual quita claridad a lo que se está diciendo, y es una agresión y
desconsideración a los que están viendo o escuchando.
ii.
Adicionalmente,
el conductor, no realiza una preparación profunda de la reunión, investigando
qué ha hecho y dicho, cada uno de los participantes, en relación al tema en discusión, en los
últimos años previos a la reunión que se lleva a cabo. Ello conduciría a que
los invitados se predispongan a aceptar que lo que han hecho o dicho no ha caído en el
olvido, por lo cual no podría negarse lo que aparece como evidente.
iii.
El
conductor debe agregar, como iniciativa propia, algunos criterios de valor, que
sean utilizados, al menos, en las conclusiones del debate. Los últimos cinco o
diez minutos finales del debate del tema, deben servir para conocer las
conclusiones que pueden derivarse de la discusión producida. Ejemplos de
conclusiones posibles:
· Dado
que hubo muchos actos de corrupción significativa en los que participó o que
toleró tal o cual gobierno, ello invalida en una gran proporción, la gestión de
los gobiernos en cuestión, por cuanto los representantes del pueblo, se
aprovecharon de la representación transitoria que le dio el pueblo, para
beneficio propio.
· Hubo
algunas afectaciones a la condición de República, por cuanto no se respetó
pulcramente la división de poderes, como por ejemplo, se abusó de los decretos
de necesidad y urgencia, no se acataron las sentencias de los jueces, hubo intromisión en las tareas propias de otros
poderes, etc.
· No
se cuidaron los fondos públicos, por cuanto se incrementaron notoriamente la
cantidad de empleados públicos, se
realizaron adjudicaciones sin licitaciones públicas, o se están pagando mayores
tasas de interés por haber aumentado el riesgo país.
· No
se percibió interés de tal o cual gobierno de mejorar los hospitales, o de
bajar la tasa de delincuencia, o de mejorar la calidad educativa, no obstante
que hubo un aumento de presupuesto en cada una de dichas áreas del presupuesto.
Los
participantes en el panel de intercambio de ideas, no obstante pertenecer a
diferentes partidos políticos, tienen que proceder con honestidad intelectual,
en no discutir los temas respecto de los cuales hay un consenso muy grande sobre
lo que es la verdad, aceptando que tal o cual hecho, de confirmarse finalmente
lo que se argumenta, es grave para la convivencia republicana y democrática .
De otro modo, no se entiende la razón por la cual se acepta una invitación para
integrar un foro de discusión si a lo largo del debate no se acepta lo
innegable. Lo que debería ser objeto
posible de discusión son las mediciones que se argumentan como testimonio de
las afirmaciones que se formulan, o el peso que se pretende dar a tal o cual
incidencia en las conclusiones, o la validez de algunas conclusiones en base a
las premisas usadas.
Es
muy importante que los asistentes al foro de discusión conozcan detalladamente
las plataformas electorales del partido que representan. Todos los partidos, en
ese sentido, debería definir explícitamente, en sus estatutos, la adhesión a los preceptos constitucionales,
a las leyes, a la ética y a la moral, y en todos los aspectos particulares que
quieran destacar, que fundamentan la diferenciación entre los partidos, debería
aclararse, que ninguno de dichos aspectos pueden impulsarse de tal forma que
diera como resultado la vulneración de la
Constitución, de las leyes, de la ética y de la moral.
El
conductor o conductores del debate, deberían señalar quiénes de los integrantes
del foro de discusión no está dando respuesta concreta al tema que fue objeto
de esclarecimiento.
Es
claro que para elevar el nivel de debate deben ser invitados, esencialmente,
los que conocen profundamente los temas, como para no evadirlos, simplemente
por ignorancia de los mismos.
Las
conclusiones consensuadas son fundamentales al fin de cada programa, porque es
la única manera de empezar a recuperar valores que con los años fueron
gradualmente perdiéndose.
Una
última reflexión. Seguramente habrá gente que dirá que esta propuesta implica
un gran esfuerzo para el conductor de un programa, que no quiere o no se siente
capaz de llevar a cabo, o que no va a estar dispuesto a adoptar la tarea
ingrata de recordar a los invitados que ideas sustentaban en los últimos años,
demostrando que han cambiado con respecto a lo que ahora sustentan, que los invitados nunca van a reconocer la
verdad porque hay un convenio de fidelidad con sus agrupaciones políticas, y
sobre todo que este mecanismo prácticamente no existe en el mundo, que es algo
muy teórico de lograr, y que es mejor que continúe así.
Las
respuestas posibles a los interrogantes del último párrafo son las siguientes:
Seguramente
es un mayor esfuerzo, porque convengamos que el esfuerzo que hoy en día hacen
la mayoría de los conductores es bastante pequeño respecto de la principal
tarea que justifica la existencia del programa: esclarecer las ideas para los
ciudadanos.
Si
no quiere hacer el esfuerzo, o no se siente capaz de llevarlo a cabo, no
justifica la calidad de conductor del programa. El conductor es alguien que
intermedia en un debate o foro de intercambio de ideas, a los fines de
contribuir a un valor agregado en el terreno de las ideas.
Traer
referencias concretas de opiniones que sustentaban cada uno de los invitados, es
fundamental para desarticular el remanido procedimiento de mentirle a la
audiencia sobre las ideas que han tenido a lo largo del tiempo.
Que
los invitados nunca van a reconocer la verdad sobre hechos de sus agrupaciones
que significaron aspectos negativos de gestión, va a depender mucho de cómo
intermedia el conductor para penalizar las interrupciones premeditadas de un
asistente para evitar que la audiencia recuerde o conozca referencias concretas
que pudo arrimar un adversario político o de la información que el mismo
conductor traiga como referencia sobre hechos pasados. En otras palabras: se
hace camino al andar.
Que
este mecanismo sugerido es algo teórico y excepcional, no estoy de acuerdo. Han
existido periodistas y conductores que han reconocido en los hechos que su rol
es ordenar el debate, evitar las interrupciones, y de participar también
trayendo a la mesa referencias concretas que han sostenido los participantes
que influencian para ser coherentes con lo que pensaban o que se animen a decir
que han cambiado de idea y fundamentar mejor dicho cambio. Sin lugar a dudas,
es un procedimiento que obliga al conductor a realizar mucha más preparación
que lo que se hace en la actualidad, pero de ello depende si se quiere agregar
valor real por la existencia de un programa de radio o televisión.
Miguel
Angel Di Ranni
17.01.2016