Y no aprendemos la lección. Nuestro país, por la mala
praxis de los que pretenden administrarlo desde hace más de 70 años, salvo
algunas excepciones, tiene una visión
muy chiquita de lo que se debe hacer para que Argentina se inserte en el mundo definitivamente.
El riesgo país marca
inexorablemente la percepción del mundo especialmente en los aspectos, entre
otros, vinculados con el respeto a la
ley local e internacional, los derechos
de los acreedores, la estabilidad en el mantenimiento de las leyes en general y
las tributarias en especial.
La mayoría de los ciudadanos
recuerdan hacia el inicio del siglo XXI, entre los que tuvieron la responsabilidad de
la administración de nuestro país, excepto pocas excepciones, cómo los
principales políticos aplaudieron con mucho entusiasmo cuando Argentina declaró
el default de su deuda pública. Más tarde se pretendió hacer una quita de la
deuda que no reconocía precedentes en el mundo. En la actualidad, los que
tienen la responsabilidad de gobernar, parecen que no les importara vulnerar los derechos de los acreedores a
cobrar el capital y los intereses de las sumas prestadas, como tampoco a gravar
el capital al aumentar desmesuradamente el impuesto a los bienes personales,
que ha de implicar inexorablemente, destruir parte del mismo. Tampoco se
detienen a analizar la afectación de los derechos adquiridos para quienes son
jubilados, al establecer distinciones caprichosas, manifiestamente
inconstitucionales, en la forma de actualizar dichos haberes, a través del
tiempo.
Incrementar la presión
tributaria, también está alineado con lo que comento en esta nota, en el
sentido que son medidas de “pan para hoy, hambre para mañana”. Son ambiciones
irresponsables de una visión de corto plazo, conculcadora de derechos de
terceros, que se pagan muy caro, lamentablemente, cuando se establezca un administrador
cuya conducta está regida por la estabilidad de los valores, y el ejercicio de
una praxis profesional probada y comprobada luego de haber pasado una decena de
años de administrar empresas de primera línea en la especialidad financiera y gestional.
No tenemos que afectar los
derechos de los terceros, ni del exterior, ni tampoco los locales. Tenemos que
lograr que el medio punto de déficit fiscal primario, se transforme
inexorablemente en un futuro cercano, en un superávit primario del 2% del PBI. Tenemos que mostrar una actitud responsable,
y consecuente con el respeto a las normas constitucionales, legales y
tributarias, de tal manera que se reduzca drásticamente el riesgo país. Ello
hará que si se consigue un riesgo país que nos ponga cerca a la condición de
grado de inversión, el superávit primario ha de cubrir gran parte del interés
de la deuda reestructurada a tasas de “investment grade”.
En lugar de aumentar la
presión fiscal (así cualquiera administra los recursos de un país) debe reducirse
la misma, ello originará la liberación de parte de la generación de fondos de
las empresas privadas, a la realización de “nuevas inversiones”, o de “aumento
de la producción” para atender no sólo al mercado local, sino incrementar las
exportaciones. Por tanto la disminución de la presión fiscal no necesariamente
significará menor recaudación de impuestos, puesto que se amplía el volumen de
producción que existía antes de la disminución de la presión fiscal. El aumento
de volumen de producción o de las nuevas inversiones va en línea con el aumento
de los puestos de trabajo registrado, y con incremento de la recaudación de los
impuestos que nos rigen.
Tengamos cuidado cuando
comparemos a los países del primer mundo con el nuestro en materia de
estructura de niveles de pago de haberes previsionales. Cuando se dice que en
algunos países de Europa no se aumentan los haberes previsionales, es porque
no se incrementan los dólares o euros que se le asigna a cada jubilado en
aquellos países. Pero como en dichas latitudes prácticamente no existe
inflación, dichos haberes no sufren ningún menoscabo significativo. Es muy
distinto en Argentina, en la cual la inflación excede el 50% anual, y la
actualización nominal de la fórmula actual, en un 70% vinculada con la
inflación y 30% vinculada con el aumento promedio de salario, provoca que en los últimos 18 meses los
haberes jubilatorios, en términos reales, han visto reducido su valor absoluto,
de manera sustancial. Si cometemos la desaprensión de vulnerar los derechos
adquiridos de los que cobran los haberes jubilatorios, y congelamos el ajuste
por 2 trimestres, ello dará una reducción de haberes jubilatorios, en términos
reales, inédita en el mundo.
No podemos seguir la
costumbre de los últimos 70 años, en la cual los administradores del Estado
argentino, de turno, pretendieron que se les reconociera su genialidad como
administradores, sólo por lo que fue su participación activa en aumentar la
presión fiscal, y también por quitarle a los acreedores por la deuda financiera
de largo plazo, parte de su capital.
La genialidad debe
demostrarse primeramente en adecuar el presupuesto nacional para que se logre,
a nivel de la última línea del mismo, es decir, luego del pago anual del total
de los intereses de la deuda financiera del Estado, un equilibrio
presupuestario, es decir, que no haya déficit fiscal que obligue a la búsqueda
de financiamiento en el mercado mundial, y sabiendo que si no fuera posible
instrumentar dicho financiamiento, se va a caer en el reiterado como
irresponsable recurso de emitir pesos en una magnitud considerable, lo que
estimularía los brotes inflacionarios en el mejor de los casos, o en la
hiperinflación en la peor de las situaciones.
La única quita de capital
que debería aceptarse, es cuando los “afectados” resultaran los funcionarios
que han sido juzgados por haber hecho corrupción comprobada judicialmente, y no
hubieran devuelto, según algunas estimaciones, los miles de millones de dólares desaparecidos
que tanto afectó a los sectores más desprotegidos de nuestro país.
Estados Unidos de América ha
sido independiente, apenas 40 años antes que Argentina. La diferencia de
crecimiento económico e industrial que se percibe actualmente entre los dos
países, son muchísimas veces dicha diferencia de años.
El respeto a las normas
constitucionales, y legales, la estabilidad normativa y tributaria, y llamar a
los mejores para administrar los recursos financieros del país, provee una parte importante de la explicación
de las variaciones observables.
Miguel Angel Di Ranni
22.01.2020