En los últimos casi cuatro años, ha habido una reacción hacia un cambio de tendencia en la consideración de la educación en la República Argentina. Educación es mucho más que incorporar conocimientos. Es ser conscientes y adherir plenamente que en todo el accionar de nosotros como seres humanos adoptemos por convicción el "deber ser", es decir, que nuestro comportamiento como ser humano signifique adoptar una conducta en materia de valores que respete la Constitución, las leyes vigentes, la separación de poderes del Estado, que el Poder Ejecutivo no intervendrá ni presionará a los miembros del Poder Judicial, en la administración de justicia. Esto significa que la administración de justicia compete exclusivamente a otro poder independiente denominado Poder Judicial. Es decir, habrá una justicia independiente, de los otros dos poderes del Estado.
Adicionalmente se ha puesto el foco en la persona humana. Toda persona física que participe o forme parte de alguno de los tres poderes del Estado debería reunir una alta calificación en su comportamiento, debiendo ser ético y moral en toda actividad en que represente al Estado.
Ahora bien, más allá de los problemas que cotidianamente golpean a la Argentina, por la vigencia de un paradigma que está muy arraigado en el ser argentino, en el sentido que toda persona se considera con el derecho de disponer de recursos más allá de si está haciendo el esfuerzo permanente para lograr dicho objetivo. Si no tiene trabajo, y no logra obtenerlo, se ha naturalizado que el Estado debe salir en su ayuda, y proveer los recursos que sustituyan la ausencia del mismo. Pero lo que resulta curioso es que quien recibe esa ayuda recurrente del Estado, no siente la necesidad de encontrar un trabajo perentoriamente, no se esfuerza para ello, y en más de una oportunidad reclama airadamente mejoras continuas sobre lo que el Estado le provee como auxilio. Por ello, podemos señalar un ejemplo que sirve para testimoniar lo que acabamos de decir. Desde la República de Venezuela han llegado muchos inmigrantes huyendo de la situación tremenda que dicho país está viviendo en materia institucional y económicamente. Sin embargo, dichos inmigrantes en su casi totalidad, han hallado un trabajo, razonablemente remunerado. Ello contrasta, notablemente, con la situación personal de los ciudadanos argentinos que reclaman al Estado una asistencia social permanente, bajo el argumento que no hay trabajo, no obstante el contraejemplo que hemos relatado de los inmigrantes desde Venezuela.
Este paradigma de la "asistencia social a perpetuidad", a tenor del poco interés del mismo damnificado en solucionarlo, tiene la adhesión de mucha gente, que entiende, equivocadamente, que el Estado está para otorgar esa asistencia sin límites, y no adopta una posición equilibrada, sino que más bien la justifica, y presiona para que aumente la presión fiscal hacia los cada vez menos contribuyentes en relación a la cada vez mayor cantidad de personas que argumentan no haber encontrado trabajo.
Hoy en día, del total de egresos de fondos que componen los egresos del presupuesto nacional operativo de Argentina, las erogaciones por temas sociales y previsionales ocupan un no despreciable porcentaje de 65%.
Como este paradigma complaciente de una situación permanente de asistencia en materia social lleva una tendencia creciente de más de 20 años, es que deberíamos mejorar la calidad educativa para que los alumnos que deben concurrir a la instrucción primaria y secundaria tengan mayores conocimientos y una conducta con mejores posibilidades de captación de lo que es el deber ser, para todo ciudadano argentino. Es decir, cambiar el paradigma actual que se caracteriza por una dependencia de la ayuda del Estado, y una complacencia para el beneficiario de continuar con ese estado de cosas, en razón de la poca profundidad de los conocimientos adquiridos en la enseñanza obligatoria primaria y secundaria, lo que no le da herramientas para encontrar un trabajo digno y valorizado.
A medida que mejore sustancialmente el contenido de lo que se les enseña a los niños y adolescentes, y se logre también el correlato de un comportamiento con una dimensión más completa de lo que es el rol del Estado, el rol de los individuos, y a partir de que los contribuyentes de recursos para el Estado, estén menos afectados por una presión fiscal muy alta, a los fines que parte de las ganancias producidas por la actividad privada, pueda ser ahorrada, o invertida directamente en ampliar la producción, se han de generar mayores puestos de trabajo posibles de ser ocupados por los jóvenes que tienen una capacidad más sólida para aspirar y concretar el ingreso a los mismos.
Los adultos que no hubieran completado los dos ciclos educativos (primarios y secundario), podrían concurrir a una sucesión de charlas a brindar continuamente, habilitando para ello no sólo 5 días a la semana, sino también sábados y domingos, bien organizadas, para tratar los temas de valores, deber ser, educación democrática, instrucción cívica, la Constitución, la organización jurídica de una República, además de temas vinculados con castellano, matemáticas, y comprensión de textos. La idea de estas charlas tiene que ver esencialmente, con la de mejorar sustancialmente, la comprensión del contexto, de los procesos sociales y políticos, con la importancia del crecimiento para un país, la visión de futuro, de las nuevas actividades modernas más complejas, y con la necesidad de seguir capacitádose, y de continuar leyendo por iniciativa propia, por el placer de continuar haciéndolo.
Es muy importante, el seguimiento personal de los padres o familiares cercanos, de los jóvenes que cursen el ciclo primario y secundario, a los fines que se concentren con alta prioridad en el estudio, en la lectura, y en la información vinculada con los acontecimientos nacionales e internacionales. El estudio debe hacerse mediante una rigurosa asistencia a los establecimientos educativos, evitando las ausencias voluntarias, llevar adelante el estudio cotidiano en el hogar, y una perseverancia para cumplimentar todos los requisitos para promover los respectivos cursos.
Miguel Angel Di Ranni
07.10.2019
Adicionalmente se ha puesto el foco en la persona humana. Toda persona física que participe o forme parte de alguno de los tres poderes del Estado debería reunir una alta calificación en su comportamiento, debiendo ser ético y moral en toda actividad en que represente al Estado.
Ahora bien, más allá de los problemas que cotidianamente golpean a la Argentina, por la vigencia de un paradigma que está muy arraigado en el ser argentino, en el sentido que toda persona se considera con el derecho de disponer de recursos más allá de si está haciendo el esfuerzo permanente para lograr dicho objetivo. Si no tiene trabajo, y no logra obtenerlo, se ha naturalizado que el Estado debe salir en su ayuda, y proveer los recursos que sustituyan la ausencia del mismo. Pero lo que resulta curioso es que quien recibe esa ayuda recurrente del Estado, no siente la necesidad de encontrar un trabajo perentoriamente, no se esfuerza para ello, y en más de una oportunidad reclama airadamente mejoras continuas sobre lo que el Estado le provee como auxilio. Por ello, podemos señalar un ejemplo que sirve para testimoniar lo que acabamos de decir. Desde la República de Venezuela han llegado muchos inmigrantes huyendo de la situación tremenda que dicho país está viviendo en materia institucional y económicamente. Sin embargo, dichos inmigrantes en su casi totalidad, han hallado un trabajo, razonablemente remunerado. Ello contrasta, notablemente, con la situación personal de los ciudadanos argentinos que reclaman al Estado una asistencia social permanente, bajo el argumento que no hay trabajo, no obstante el contraejemplo que hemos relatado de los inmigrantes desde Venezuela.
Este paradigma de la "asistencia social a perpetuidad", a tenor del poco interés del mismo damnificado en solucionarlo, tiene la adhesión de mucha gente, que entiende, equivocadamente, que el Estado está para otorgar esa asistencia sin límites, y no adopta una posición equilibrada, sino que más bien la justifica, y presiona para que aumente la presión fiscal hacia los cada vez menos contribuyentes en relación a la cada vez mayor cantidad de personas que argumentan no haber encontrado trabajo.
Hoy en día, del total de egresos de fondos que componen los egresos del presupuesto nacional operativo de Argentina, las erogaciones por temas sociales y previsionales ocupan un no despreciable porcentaje de 65%.
Como este paradigma complaciente de una situación permanente de asistencia en materia social lleva una tendencia creciente de más de 20 años, es que deberíamos mejorar la calidad educativa para que los alumnos que deben concurrir a la instrucción primaria y secundaria tengan mayores conocimientos y una conducta con mejores posibilidades de captación de lo que es el deber ser, para todo ciudadano argentino. Es decir, cambiar el paradigma actual que se caracteriza por una dependencia de la ayuda del Estado, y una complacencia para el beneficiario de continuar con ese estado de cosas, en razón de la poca profundidad de los conocimientos adquiridos en la enseñanza obligatoria primaria y secundaria, lo que no le da herramientas para encontrar un trabajo digno y valorizado.
A medida que mejore sustancialmente el contenido de lo que se les enseña a los niños y adolescentes, y se logre también el correlato de un comportamiento con una dimensión más completa de lo que es el rol del Estado, el rol de los individuos, y a partir de que los contribuyentes de recursos para el Estado, estén menos afectados por una presión fiscal muy alta, a los fines que parte de las ganancias producidas por la actividad privada, pueda ser ahorrada, o invertida directamente en ampliar la producción, se han de generar mayores puestos de trabajo posibles de ser ocupados por los jóvenes que tienen una capacidad más sólida para aspirar y concretar el ingreso a los mismos.
Los adultos que no hubieran completado los dos ciclos educativos (primarios y secundario), podrían concurrir a una sucesión de charlas a brindar continuamente, habilitando para ello no sólo 5 días a la semana, sino también sábados y domingos, bien organizadas, para tratar los temas de valores, deber ser, educación democrática, instrucción cívica, la Constitución, la organización jurídica de una República, además de temas vinculados con castellano, matemáticas, y comprensión de textos. La idea de estas charlas tiene que ver esencialmente, con la de mejorar sustancialmente, la comprensión del contexto, de los procesos sociales y políticos, con la importancia del crecimiento para un país, la visión de futuro, de las nuevas actividades modernas más complejas, y con la necesidad de seguir capacitádose, y de continuar leyendo por iniciativa propia, por el placer de continuar haciéndolo.
Es muy importante, el seguimiento personal de los padres o familiares cercanos, de los jóvenes que cursen el ciclo primario y secundario, a los fines que se concentren con alta prioridad en el estudio, en la lectura, y en la información vinculada con los acontecimientos nacionales e internacionales. El estudio debe hacerse mediante una rigurosa asistencia a los establecimientos educativos, evitando las ausencias voluntarias, llevar adelante el estudio cotidiano en el hogar, y una perseverancia para cumplimentar todos los requisitos para promover los respectivos cursos.
Miguel Angel Di Ranni
07.10.2019