En la página 25 del diario Clarín
de fecha 17.04.2018, Félix V. Lonigro,
Profesor de Derecho Constitucional (UBA, UB y UAI), ha escrito un artículo
titulado “El populismo necesita pobreza, ignorancia y fanatismo”.
El mencionado autor, comienza su
nota, diciendo que “mucho se habla del populismo y pocas veces se entiende bien
el sentido y alcance del término. El populismo no es una forma de gobierno,
sino un estilo de gobernar propio de sistemas democráticos cuyos pueblos tienen
una escasa cultura cívica. No es que en
las autocracias no sea posible la existencia de populismos. En esos regímenes,
los gobernantes no necesitan apelar a métodos populistas, ya que gobiernan sin
los límites que marca una ley fundamental, o directamente desconociéndolos”.
Un gobernante populista tiene un
objetivo único y principal: perpetuarse en el ejercicio del poder para
enriquecerse a costa del erario público, pero haciéndole creer hipócritamente
al pueblo que lo ha elegido, que su principal preocupación es verlo feliz. Para
construir ese imperio de corrupción el populista necesita tres ingredientes
fundamentales: pobreza, ignorancia y fanatismo. Necesita a los pobres porque se
vale de sus necesidades para manipularlos a su antojo por medio de subsidios y
prebendas. El secreto del éxito del populista está en evitar que los pobres
dejen de serlo, para lograr someterlos mediante la dependencia económica y
social, erigiéndose en protector de aquellos y declarándoles falazmente un amor
incondicional que no sienten. Por eso jamás hablan en público de los pobres ni
dan a conocer cuántos son”.
“El populista también necesita
ignorantes, para evitar que la gente descubra la trama del engaño al que se la
somete para cumplir sus objetivos. A un pueblo ignorante se lo engaña
fácilmente, haciéndole creer que existen enemigos por doquier que desean
perjudicarlos, y en ese contexto el populista se erige en una suerte de
salvador supremo dispuesto a luchar contra esos supuestos enemigos a los que
jamás denuncia ante la Justicia”.
“Y por último, el populista
necesita dotar a su pretendida epopeya de un relato impregnado de falsedades y
sofismas, que se difunde constantemente a través de interminables arengas y
discursos emotivos, cuyo objetivo es fanatizar a sus adeptos, quienes a partir
de ese fanatismo califican a los
opositores de enemigos, provocando grietas sociales insalvables que no sólo
aumentan las tensiones sociales, sino que llegan a destruir grupos de amigos,
familias y hasta parejas”.
“Es por ello que los populistas
tienen un profundo desdén por los límites normativos al ejercicio del poder
–justificando sus excesos en la legitimidad popular de su elección- y por el
accionar independiente de la Justicia. Creen en la democracia pero no en la
república, invocan falazmente que respetan las normas y califican a las
denuncias de corrupción en su contra como intentos desestabilizadores
provocados por los enemigos cuya existencia invocan permanentemente”.
Estimado lector, este artículo es
muy claro, y por ello lo incorporo a mi blog a los fines que sea leído para
extraer las conclusiones que cada uno considere que se deriva de su lectura.
No deja de darme una infinita
pena pensando en la persona que alcanza la posibilidad de gobernar un país con
el único propósito de estar en esa función durante muchos años para lograr mucha
riqueza para sí mismo, a costa de los
recursos financieros del Estado, y que, adicionalmente, pretende que los
ciudadanos le crean que quiere lograr
que el pueblo alcance la felicidad.
La pena a la que hago referencia
es porque no cabe en mi pensamiento que un ser humano no se rija por el deber
ser, que no le dé el lugar privilegiado que tiene que tener en su
comportamiento el concepto que para
gobernar hay que basarse en un contexto de respeto a la Constitución, a la ley,
a la ética y a la moral. Adicionalmente, tiene que saber cómo se gobierna, es
decir, que tiene que tener el conocimiento técnico que hace a la ciencia de la
administración, y una personalidad de no claudicar, de seguir adelante hasta
conseguir los objetivos, cuidando que los medios para ello tienen que ser
estrictamente los que respeten el
contexto de legalidad.
Miguel Angel Di Ranni
19.04.2018