El ciudadano tiene que recuperar
el rol importante que le cabe, a través de un accionar activo, frente al
accionar del Estado, llevado a cabo por otros ciudadanos que representan,
transitoriamente al Estado. El rol del ciudadano en general tiene que ser claro
y rápido en la defensa de la Constitución, de las leyes, de la ética y de la
moral.
El ciudadano, como persona
física, en cualquier rol que desempeñe, integrante de las instituciones de la
República, o en sociedades, o asociaciones, o entes en general, tiene que tener
claro que el contexto, para definir el deber ser, es la Constitución, las
leyes, la ética y la moral. Por tanto, tiene que tener mucho cuidado, al
analizar, cuando le propongan adherir,
en razón de una ideología política compartida, a una propuesta, a un proyecto concreto que le puede
agradar ideológicamente, si dicha propuesta es compatible con la letra y el
espíritu de la Constitución, de las leyes, y de valores como la ética y la
moral. Si no fuera compatible, no debería tener ninguna duda en rechazar en ser
instrumento de aprobación de algo que esté reñido con el deber ser. No puede
ser arrastrado a aprobar dicho proyecto aunque se invocare que hay que tener
disciplina partidaria, solidaridad que no debería ser buscada, si el proyecto
en su esencia, es vulneratorio del deber ser. En realidad debe revalorizarse el
concepto que la persona física, se vale del partido político, para participar,
como persona física, en un ocasional rol de gobierno. Y no debe ceder ante
argumentos que tiene que demostrar solidaridad partidaria, en votar algo
favorablemente, aunque estuviera reñido con el espíritu y la letra de la
constitución, de las leyes, de la ética y de la moral.
Muchas personas van a
argumentar, intencionadamente, que dicha persona física, tiene un protagonismo
institucional, gracias a la figura del partido político que le permitió tener
dicho rol, y por tanto no puede accionar en disidencia al mandato partidario. La
respuesta tiene que ser clara, en el sentido que la única obediencia que debe
seguir el ciudadano, en cualquier rol que se encuentre, es si esa obediencia es
compatible con la Constitución, las leyes, la ética y la moral.
Los partidos políticos, en forma
expresa deberían ser muy claros en adherir antes que nada a la Constitución, a
las leyes, a la ética y a la moral. Luego de esa explicitación real y formal,
tienen que definir los puntos esenciales que caracterizan a dicho partido. Las autoridades partidarias
deberían ser personas distintas a las que, como personas físicas, pudieran
ocasionalmente estar en un rol como representantes de los poderes del Estado. Y
los partidos políticos, tienen que tener un accionar activo, en defensa de la
Constitución, de las leyes, de la ética y la moral. Aun el partido gobernante, debe criticar y no
avalar cuando el accionar de las personas físicas que estén representando al
gobierno de turno, estén claramente en contra del deber ser. Estas
observaciones deberían ser formuladas en forma inequívoca.
Conclusión: a) Las personas
físicas deben ser muy activas, mucho más activas que como lo han sido hasta
ahora, en explicitar la necesidad que se defiendan las instituciones, y
encolumnarse, cualquiera fuera el rol que tuvieran, en defensa de la Constitución,
de las leyes, de la ética y de la moral, y en pedir una inmediata investigación
ni bien se insinuaran sospechas de prácticas corruptas que afectaran a las
instituciones y a los dineros públicos. b) Los partidos políticos deberían
explicitar muy claramente, en sus propios estatutos que van a ser activos
defensores de la Constitución, de las leyes, y de valores como la ética y la
moral.
Miguel Angel Di Ranni
26.06.2016