El deber ser implica para quien lo practica un rasgo
inequívoco de inteligencia. De igual modo, aquel que logra resultados
utilizando medios inconstitucionales, ilegales o fuera de la moral y de la
ética, ello es incompatible con la consideración de ser inteligente en relación
a una persona.
Es muy importante esta distinción, porque muchas veces se
califica a una persona, en el ejercicio
de una actividad, pública o privada, que ha logrado un crecimiento patrimonial
que no logra poder justificar, dentro del contexto de la legalidad, como que es
una persona muy inteligente. Es decir, muchas personas, de esa manera, permiten
la coexistencia entre corrupción e inteligencia, lo cual, a mi juicio es
impropio.
El deber ser, como guía del comportamiento de la persona
física, implica optar por lograr los objetivos individuales autoimponiéndose restricciones
al libre albedrío. Implica desestimar el querer ser por el deber ser, o lograr
que haya coincidencia entre el deber ser y el querer ser, sabiendo que los
objetivos individuales han debido ser fijados y seleccionados en un exclusivo
contexto de constitucionalidad, legalidad, ética y moral.
Cuando aquello que se quiere se logra a través de un
comportamiento que respeta el contexto de la constitucionalidad, de la
legalidad, de la ética y de la moral, ello es propio de un ser inteligente.
Cuando lo que se quiere, se pretende obtener de una manera más ventajosa,
vulnerando lo legal, lo ético y lo moral, ello es propio de un ser que carece
de inteligencia, además de ser un delincuente, un corrupto, una persona sin
ética ni moral, es decir, alguien que ignora, a sabiendas, las restricciones que ha impuesto la comunidad
para poder vivir en ella.
El Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora (1941:284)
Edit. Atlante SA – México, D.F. – menciona que “Inteligencia se entiende a
veces en el sentido del intelecto, y a veces en el sentido del entendimiento.
Generalmente se designa por inteligencia el conjunto de los actos de
conocimiento. Esta significación amplia queda, no obstante, reducida en muchas
ocasiones al conocimiento discursivo, al razonamiento, igualmente opuesto a la
intuición y al instinto. Inteligencia, empleado como substantivo, significa
también ser espiritual (las Inteligencias)”.
Las acepciones generales de la palabra, explicita “inteligente”, como sinónimo de listo, capaz, perspicaz,
espabilado, despierto, vivo, astuto, despejado, agudo, lúcido, ingenioso,
avispado, instruido, versado.
En 1995, el psicólogo de origen estadounidense, Daniel
Goleman, escribió un libro denominado Emotional
Intelligence, de considerable
repercusión mundial. Sin embargo fueron Peter Salowey y John D. Mayer los que
iniciaron el uso de la expresión “Inteligencia emocional”, en 1990.
Daniel Goleman establece que la inteligencia emocional puede clasificarse
en cinco capacidades:
El conocimiento de las emociones y
sentimientos propios; esto significa tener claro el concepto con la cual se
identifican las características que
implican cada uno de dichos atributos.
El reconocimiento de las emociones y
sentimientos propios; luego de tener bien internalizados conceptualmente cada
emoción o sentimiento, es importante saber si hay habilidad para reconocer si
se dispone o no de dicha inteligencia emocional, tanto como un autodiagnóstico,
como para una evaluación hacia terceros.
El manejo de las emociones y
sentimientos propios; es decir, qué manejo operacional se le da a la
inteligencia emocional en el rol de las soluciones de los problemas que se
encaran o en el logro de los objetivos individuales y organizacionales.
La creación de la propia motivación;
cómo la persona física, combina el conocimiento objetivo y la habilidad
subjetiva para que el objetivo a cumplir se identifique simultáneamente como un
deber ser y un querer ser.
El manejo de las relaciones. Goleman
señala que tener inteligencia emocional
es la capacidad que la persona física tiene para decir las cosas en el momento adecuado, de la manera correcta, con la intensidad correcta y en el lugar
apropiado a las personas correctas.
De todas estas reflexiones, podemos
concluir, entonces, que la comunidad toda acepta el querer ser, mientras haya
coincidencia con el deber ser, para el logro de los objetivos propios. Por
tanto, ajustar el querer ser al deber ser es muestra de una persona inteligente.
Un corolario de ello es que cuando
hay personas físicas que contrarían las normas de la comunidad, a los fines de
lograr sus objetivos individuales, ello no muestra, en sus ejecutores, tener
inteligencia.
Por tanto, una comunidad que ha
determinado el acatamiento a determinados valores y normas como condición de
pertenencia a dicha comunidad, no solamente debe juzgar a quienes
han contrariado dichos valores, sino que también, no puede calificar a estos
últimos, como personas inteligentes.
Miguel A. Di Ranni
07.06.2015