Muchas veces he reflexionado que los constituyentes de 1853 nunca habrán considerado que las personas físicas que podrían actuar representando al Poder Ejecutivo de nuestro país, o al Poder Legislativo, o también al Poder Judicial iban a actuar dócilmente y obedecer con disciplina partidaria las directivas de los niveles máximos de un gobierno que representara al Estado. Seguramente habrán considerado todo lo contrario: que las personas físicas que pudieran representar a instituciones como los distintos poderes, iban a actuar como reserva moral de última instancia, y por lo tanto iban a oponerse a cualquier directiva que implicara atropellos de la Constitución, de las leyes o de los tratados internacionales. Siempre he sostenido que todas las personas que son los encargados de llevar adelante distintas instituciones deberían tener una capacitación previa, intensa y completa, sobre los preceptos constitucionales, el respeto al marco jurídico, a la necesidad, en...