El poder que da el pueblo es para ejercerlo dentro de la Constitución, de las leyes, de la ética y de la moral.
Hay que extender
y profundizar la educación para que mejore la democracia y se fortalezca la
república. Yo recuerdo en la época de mi niñez que los maestros de la escuela
pública primaria nos decían que había que cuidar los monumentos, las plazas,
los árboles, las paredes de las calles. Que no había que arrojar residuos en la
vía pública. Que había que ayudar y
colaborar con los ancianos, darle el asiento, en los colectivos, a las damas y a las señoras con criaturas.
También había muchos mensajes en aquellas inolvidables lecciones que instaban a
cuidar los recursos públicos, como una actitud de asegurar que los mismos
alcancen cada vez más para cubrir las distintas necesidades que había que
atender. Eso implicaba información o instrucción, pero también servía para
orientar el comportamiento de la gente.
La educación es
mucho más que conocimientos. La educación es la conducta que se deriva de los
procesos de instrucción, reflexión, observación, y análisis de los hechos que
ocurren en el contexto, y que dan como resultado un juicio y decisión fundado
en el deber ser. Dicho juicio y decisión surge desde una posición de
perspectiva colectiva y no individual, pensando en el bien común y no en la
ventaja individual.
La educación es
sólida cuando ilumina al pensante al tener
que seleccionar a un futuro gobernante con el criterio de la incompatibilidad.
No puede
representarnos alguien cuyo patrimonio creció desmesuradamente y no puede
explicarlo ni justificarlo con
rapidez y claridad. Lo normal es que el
funcionario público viva a través únicamente de la remuneración que gana de
resultas del empleo público que tiene. No está bien quedarse con bienes
públicos. El tiempo que dispone debe emplearlo para atender las funciones para
las cuales fue seleccionado. Si quiere utilizar la función pública para
quedarse con los dineros públicos, está aprovechándose de dicha circunstancia.
Ello es un delito, y esa actitud lo define irremediablemente como persona no
deseada, para representar al pueblo en cualquiera de los tres poderes. . Debe
ser juzgado por ello, y si es encontrado culpable debe ser encarcelado, y debe
procurarse que devuelva los montos que no se han podido justificar a través de
los ingresos como empleado público.
No puede
representarnos alguien que no rinde cuentas puntillosamente de su tarea que ha
realizado en el rol de representante del pueblo. Los gobernantes son empleados
del soberano, que es el pueblo. Los gobernantes están al servicio del pueblo,
para hacer única y exclusivamente las tareas por las que ha sido convocado. La
rendición de cuentas es el acto por el cual debe explicar lo que ha hecho y
cómo lo ha hecho.
No puede
representarnos alguien que no ofrece rutinariamente conferencias de prensa para
atender las preguntas que puedan formular los representantes de la prensa. Los
gobernantes están ejerciendo una función como apoderados del pueblo. Es lógico
que debe prestarse a ser interrogado cómo está haciendo la tarea que le ha sido
encomendada. No puede haber un monólogo, sino que exclusivamente debe contestar
las preguntas que la prensa libre puedan formular para conocimiento de todos.
No puede
representarnos alguien que no respeta inmediatamente las sentencias judiciales,
o que introduce mecanismos de demora para evitar que se produzcan sus efectos. La
esencia de quien ocupe responsabilidades públicas es que se apegue
puntillosamente a la Constitución, a las leyes, a los tratados internacionales
que tengan rango constitucional, a la ética y a la moral. Debe respetar la
autonomía de cada poder. Debe respetar la independencia de los poderes. Los
tres poderes del Estado participan de la tarea de gobernar, cada uno dentro de
las funciones que le son propias.
No puede
representarnos alguien que no respeta la constitución, las leyes, ni la ética
ni la moral. Que no acepta el principio
de la división de poderes y la autonomía de los mismos. Que no se predispone a
aceptar normalmente los mecanismos institucionales para deliberar sobre los proyectos de ley, y
a evitar presionar a los congresistas para que voten en un determinado sentido
determinados proyectos de leyes. Las personas físicas son la última reserva
moral de que dispone la Nación frente a desvíos o ilegalidades que pudieran
provenir de algunos miembros de los tres poderes del Estado. Por tanto, dichas
personas físicas tiene que obrar en última instancia de acuerdo al deber ser.
No pueden aceptar directivas bajo el
argumento que hay que tener disciplina partidaria, si las sugerencias que se
hacen son manifiestamente inconstitucionales, ilegales o contrarias a la ética
y a la moral.
No puede
representarnos alguien que no respeta la libertad de prensa, que persigue a
quienes opinan distinto mediante requerimientos fiscales o estigmatización
pública. Es decir, que se aproveche de las propias instituciones de la
República, para efectuar presiones en contra de los que tienen una opinión
diferente sobre valores o políticas a instrumentar para lograr el bien público
sin resignar el cumplimiento de las normas, y el adecuado uso de los recursos
del Estado.
No puede
representarnos alguien que no brega por emitir normas tributarias que
contemplen las correcciones necesarias para que no se tenga que pagar impuesto
a las ganancias o bienes personales que no contemplen deducciones actualizadas
por inflación. El objetivo debe ser hacer eficiente la administración de los
tributos, pero contemplando una equidad en el tratamiento de los contribuyentes
y que se grave las ganancias reales y los bienes de las personas, pero manteniendo el valor real de
las deducciones generales y de los montos que constituyen la escala para la
liquidación de los respectivos gravámenes.
No puede
representarnos alguien que no combata legalmente a los que cometen delitos,
protegiendo adecuadamente a los que han resultado damnificados por los actos
ilícitos cometidos. Quien quiera representarnos tiene que asegurarnos en los
hechos que tenemos derecho a esa tranquilidad de saber que nuestro
representante en todo su accionar lo está haciendo dentro de la Constitución,
de las leyes, de la ética y de la moral. Que no nos puede sorprender
situaciones ocultas que ha realizado en beneficio propio o en beneficio
político del grupo al cual pertenezca. El poder dante es el que tiene que tener
siempre el protagonismo. No pueden invertirse los papeles que el apoderado
pretenda tener más poder que el poder dante.
No puede
representarnos alguien que no cuide puntillosamente los dineros públicos,
evitando derroches durante la ejecución de sus tareas. Toda la actividad de un gobierno tiene que saberse en sus
mínimos detalles. La información tiene que estar disponible para conocimiento
de todo aquel que le interese informarse. La actividad del Estado se ejerce cuidando los recursos, y haciendo económica la
distribución de los mismos. Cuando se quiere informar sobre la actividad del
Estado, tiene que ser enunciada como Gobierno de la Nación, sin hacer
referencia exclusivamente a uno de los poderes de la Nación. El Estado
desarrolla su actividad exclusivamente en el marco del presupuesto nacional, no
pudiéndose avanzar sobre los gastos autorizados, sino a partir de la aprobación
previa de nuevas partidas detalladas minuciosamente.
Ciudadanos que
aspiren a representarnos en el futuro, sepan que al pueblo le interesa que toda
la actividad de los representantes del pueblo, se enmarque en un contexto de cumplimiento de
la Constitución, de las leyes, de la ética y de la moral. Que los
representantes tengan una comprobada experiencia y conocimiento para
representarnos en el ejercicio de aquella actividad en la que pretendan
presentarse. Adicionalmente, que dicha actividad la desarrollen permanentemente
para ir avanzando en la solución de todos los temas que aquejan a la
ciudadanía. Que dicha actividad sea racional, y con alta consideración de la
economicidad de los dineros públicos.
Señores
aspirantes a gobernarnos. Todos juntos hagamos el esfuerzo de recuperar los
valores republicanos, y pongámonos a trabajar de una manera sostenida para
demostrar al mundo que la Argentina puede ser confiable, puede aportar la
resultante de su trabajo fecundo y reconocido, que surge de un pueblo que dispone de una educación de alta calidad
y eficiencia y es responsable de continuar en ese camino durante el largo plazo
del futuro.
Miguel Angel Di
Ranni
16.11.2014